domingo, 13 de julio de 2014

La Orden 2ª Parte

La Orden tiene guardianes y ahijados dispersos en casi todos los territorios de Orto, salvo en el Archipiélago del Dragón Marino, Tierra de Adeptos y algunos territorios menores.

En general, no aceptar a La Orden en un territorio es como gritar a los cuatro vientos que ocultas algo y eso puede provocar conflictos internos o con los territorios vecinos, por lo que rara vez ocurre. El Archipiélago del Dragón Marino es una nación aislada del resto del mundo por voluntad propia y aceptarlos en sus tierras sería como subyugarse a los extranjeros, por lo que los rechazan aunque de forma cordial. Por otro lado, en Tierra de Adeptos tienen una cultura y una religión propia y consideran a todos ajenos a ella como infieles o herejes y aunque la Orden no representa la religión de Los 12 que se imparte en el resto de Orto sí que son fieles a ella, por eso los rechazan y cortan cualquier vínculo con el resto del mundo, salvo el comercial con los vecinos.

En Arenas de Fuego hasta hace unas décadas ocurría un caso similar al de Tierra de Adeptos, pero sus últimos Godis han aceptado a la Orden a cambio de tratos comerciales que les ayuden a sobrevivir en el inmenso desierto en el que viven, aunque las relaciones con la Orden aún son escasas y muy superficiales.





Los ahijados llevan túnicas negras con capuchas y protecciones varias de cuero, es un uniforme estándar para todos los ahijados, al igual que la máscara negra que les cubre el rostro, aunque se les deja llevar el arma que quieran.















En el caso de los guardianes la cosa es algo diferente, todos llevan una armadura blanca de un material especial, sí, pero no comparten un diseño, cada guardián tiene tiene un diseño de armadura único y característico que les diferencia del resto.












En cuanto se unen a La Orden, todos los ahijados deben abandonar su vida pasada, para ellos renuncian a su nombre y se les da uno nuevo, generalmente su guardián padrino y pasan todos a formar una misma identidad, de ahí el uniforme común y sin rostro de los ahijados, ya que no son ni han sido nadie, solo siervos de una misma casa. Aquellos que logran ser guardianes adquieren una armadura propia y única que les confiere una identidad propia y les hace distintos y únicos, pero todos comparten dos rasgos comunes, el blasón de La Orden grabado en la armadura y un blasón propio que eligen ellos mismos, de este modo representan a La Orden y adquieren una identidad propia dentro de ella.







El blasón es representado por un león y un búho; el león representa la fuerza y la solemnidad, y el búho la sabiduría y el temple.











Me he dejado muchas cosas en el tintero, pero esto tiene muchos matices que voy explicando poco a poco en el libro, aunque en la parte que colgaré gratis tan solo se ve la punta del iceberg jeje.